Enigmas: izamaleño sintió el “lengüetazo” ¿del kisín?

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Rollo: Jorge Moreno
Mucha gente a la que le gusta los temas paranormales sabe o comenta que las tres de la mañana es “la hora del demonio”; sin embargo, la gente antigua señala que también las seis de la mañana y seis de la tarde son horas marcadas por el diablo y si estás en el sitio equivocado podrás verlo y tener una experiencia que te pude dejar un trauma.

Esto lo mencionamos porque es justo lo que le pasó al lector Martín Burgos, del municipio de Izamal, quien nos platicó una experiencia “traumática” que vivió hace unos años en La Ciudad de los Cerros y que a continuación transcribimos:

“Hola, amigos de la sección Enigmas, lo que les platicaré me ocurrió hace poco más de quince años, cuando radicaba en mi tierra natal, que es Izamal. En ese entonces, cuando era un adolescente, recién había cumplido la mayoría de edad y vaya que lo que me ocurrió fue extraño, sorprendente y en lo personal me dejó en shock. Resulta que en ese entonces yo jugaba en una liga de fútbol amateur; un miércoles, cuando terminamos de entrenar un cuate me dio el aventón, pero me dejó en la plazoleta, junto al monumento a Fray Diego de Landa que se ubica a un costado del convento; allí me pasaría a buscar un primo para que me lleve a mi casa.

“Como estaba cansado, me senté en la escarpa de enfrente, me aparragué con mis manos hacia atrás, y de pronto, sentí cómo ‘algo’ me lamió mi mano derecha; por instinto, de inmediato me incorporé pensando que un perro se había acercado y no vi a nadie.

“Miré por todos lados y no había nada ni nadie; vi en la escarpa y tampoco había ningún bicho, culebra o algo más, aunque sentí tan fuerte el lengüetazo que mínimo sería la lengua de un perro, ni siquiera de un gato y menos pudo haber sido un insecto.

“Contrariado me quedé pensativo y recordé que hace años mis papás me habían contado que a veces el demonio se manifiesta de esa forma, y la verdad sí sentí mucho miedo, pues fuera lo que fuera era invisible ya que yo no veía nada.

“En ese momento llegó mi primo, me pregunto qué me pasaba, ya que veía mi cara muy pálida; no le dije nada por temor a que se burlara de mí y no me creyera, por lo que me dio el aventón a mi casa; estuve callado todo el camino.

“Cuando llegué se lo dije a mi hermano mayor; no sé si me creyó, pero me dijo que justo en ese sitio ya había escuchado dos veces que algo muy parecido había ocurrido a otras personas. Afirmaban que decían que ahí se aparece el diablo por las noches, pero lo que me pasó fue a las seis de la tarde más o menos, aún no empezaba a oscurecer.

“Con el paso de los años me casé, me fui a vivir a Mérida con mi familia y hasta hace poco un tío que todavía radica en Izamal me contó que él tuvo una experiencia idéntica a la que yo viví, y él cree que fue el demonio que en ese momento estaba en ese sitio, ya que también le ocurrió a la misma hora, aunque luego me dijo que el maligno sólo lo hace para asustarnos, no es que nos vaya a llevar. No sé si me lo dijo para que me sintiera tranquilo pero no quiero ni averiguarlo.

“Pues esta fue mi historia de terror, créanme que hasta el día de hoy lo recuerdo y me erizo, espero puedan publicar mi carta y si a alguien le ha pasado algo similar sería bueno que también lo den a conocer, ya que no dudo que esto le haya ocurrido a más personas en otros sitios”,  finalizó.

 

 

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