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Como si fuera ayer: mujeres, ¿las mejores amigas?

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Como si fuera ayer: mujeres, ¿las mejores amigas?

Rollo: Celia V. Franco C.
Con los movimientos que se realizaron el fin de semana pasado, en el que miles de mujeres salieron a las calles valientemente a dar la cara para pedir equidad y justicia, el otro día se me acercó una señora que en la confianza me preguntó: ¿qué es la sororidad?, pues ha escuchado mucho esa palabra últimamente.

La señora, de cuna humilde y ya algo mayor, no pensó nunca buscarlo en internet, como tal vez lo hemos hecho algunas y prefirió preguntarlo para que se lo expliquen con mayor detalle, así que decidí dejar un momento lo que hacía para poder aclarar su duda en la medida que pudiese.

Mire, la sororidad quiere decir el apoyo entre mujeres, algo así como una hermandad, se refiere al respeto y amor que nos tenemos entre nosotras, es decir al apoyo que nos damos por el simple hecho de ser mujeres.

Vi que sus ojos se enchinaron, así como que no me creyó mucho, por lo que le pregunté ¿qué pasa?, ¿hay algo que no logré explicarle bien? Ella me respondió que sí: ¿eso de donde salió? Bueno, le respondí, que se ha tomado como algo para identificarnos y apoyarnos, que sepamos que podemos confiar las unas en las otras, ya ve que últimamente es más común que nos asesinen o maltraten por ser mujeres.

Pero ella parecía no estar muy de acuerdo con lo que explicaba, incluso llegó a decirme que esa palabra era una mentira, así que después de un rato de plática le pedí que me dijera ¿porque ella no podía sentir sororidad?

“Es muy fácil me respondió: mi papá dejó a mi mamá por una de sus tías, con la que tuvo hijos y se olvidó de nosotros, eso aun y cuando ella (su tía) sabía que él (su papá) estaba casado con su hermana y que tenía muchos hijos. Esa fue la primera vez que sentí lo que es que una mujer lastime a otra.

Luego, cuando mi esposo enfermó, tuve que prestar dinero para sus medicamentos, mi mejor amiga me lo ofreció con mucho cariño, según ella, pero me hizo firmar un papel, cuando él murió me sacó de mi casa sin importarle que no tuviera donde vivir, por aquellos pesos que me dio; era la persona a la que más confianza le tenía, eso dolió mucho.

En el trabajo mis compañeras me esconden mis utensilios, me inventan chismes, me acusan con los jefes, la verdad es que me hacen la vida imposible y yo aguanto porque necesito esos pesitos para pagar mi renta y poder comprar mi comida.

Así que a mí no me parece que las mujeres sean eso que dice esa palabra de sororidad, fue entonces cuando vino a mi mente aquel dicho que reza: no hay peor enemiga que una mujer, que otra mujer.

Y recordé que también he vivido muy malos momentos gracias a mujeres, supuestas amigas que se hacían llamar mis hermanas, a las que les tenía toda la confianza del mundo y que por unos pesos o por una posición social me apuñalaron por la espalda y aunque uno perdona, no puede olvidar.

Que he visto a hermanas de sangre pelearse por una herencia o por que alguna quiere imponer su voluntad; que me he enterado de cómo mejores amigas se dañan por una pareja.

Entonces la abracé y le dije: mire, vamos a hacer algo usted y yo; yo seré sorora con un usted y usted lo será conmigo y cuando veamos que otra mujer necesita una mano extendamos la nuestra, no será mucho pero por algún lado debemos comenzar. ¿No cree? Vamos a probar si de verdad esa palabra existe. Su mirada cambió y aceptó.

Esa plática me hizo darme cuenta que todavía hay muchos muros que derribar entre nosotras, que las generaciones anteriores crecieron en otro mundo y que si de verdad queremos avanzar, a nosotras nos toca hacer doble chamba.

Hacer que ellas se den cuenta que nos necesitamos y podemos confiar en nosotras, que juntas podemos lograr el cambio que se necesita en esta sociedad, que nosotras educamos y que hay mujeres en las que sí se puede confiar.

Y a las otras generaciones, a las que vienen detrás, educarlos para que sepan que todos los seres humanos tenemos los mismos derechos y merecemos el mismo respeto. Sin duda es una chamba grande y ninguna acción es pequeña

Y tu, ¿eres buena amiga?