Como si fuera ayer: ¿usted está tranquilo cuando sus hijos salen?

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Rollo: Celia V. Franco C.
Los que nacimos en los ochentas seguramente fuimos los últimos en caminar tranquilos por las calles. Recuerdo que en mi infancia nos mandaban a hacer los mandados al mercado o a las tiendas cercanas con toda la seguridad de que regresaríamos con bien a casa, tal vez sin el cambio y algunos dulces en los bolsillos.

Por la cabeza de nuestros abuelos y padres ni siquiera pasaba la aterradora idea de que alguien pudiera lastimarnos, es más, en el camino a nuestro destino todos los vecinos nos saludaban, sin siquiera saberlo éramos cuidados por muchos ojos que estaban pendientes de los niños de la colonia o barrio porque en esa época, aunque ya habían muchos fraccionamientos, todavía era común que familias grandes vivieran en los barrios.

Su servidora creció en el barrio de Santiago, así que los mandados eran siempre al mercado Santos Degollado que estaba a sólo unas cuadras de casa de mis abuelos, en donde viví gran parte de mi infancia; la misa, el catecismo y hasta las escapadas al parque eran siempre al mismo lugar.

A media tarde corríamos a comprar el pan a “La Navidad” o a la papelería de don Bermúdez, muchas veces, incluso sin zapatos. Todo era risa y felicidad.

Como han cambiado las cosas, ahora nadie deja solos a sus hijos, todos temblamos cuando salen a la calle sin nosotros, los creyentes rezamos para que regresen con bien aún y cuando sabemos que son chicos que no se meten con nadie y que vivimos en uno de los estados más seguros de país. El peligro de que se topen con algún desquiciado mental con más fuerza que se sienta propietario de su libertad es real.

Esta semana la iniciamos con la desgarradora historia de una pequeña niña de únicamente siete años que fue víctima de una pareja de desalmados que la violaron y cuando supieron que sus familiares la buscaban decidieron que lo más fácil era matarla para luego huir.

¿A qué grado hemos llegado? Que cada semana nos enteramos que una mujer, sin importar su edad, ideología, profesión, peso, preferencia sexual o cualquier cosa, es asesinada con saña.

Claro que cuando es apenas una niña duele más. ¿Por qué alguien querría hacer sufrir a un angelito? No hay respuesta que pueda entender, ni excusa, ni acusación que desvíe la responsabilidad del abusador y asesino que es el único que tiene la culpa. Punto.

Por eso aunque a muchos no les guste y se burlen: el patriarcado es un juez que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que ya ves, es feminicidio, impunidad para el asesino, es la desaparición, es la violación y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía… el violador eres tú.

Ya es momento de que las autoridades se tomen en serio su papel y dejen de vender boletos chafas, que los diputados dejen de alzar el dedo y presentar iniciativas que sólo benefician a unos pocos y que los alcaldes que se comiencen a preocuparse por mejorar la seguridad de sus comunidades.

… duerme tranquila niña inocente sin preocuparte del bandolero que por tus sueños dulces y sonrientes vela tu amante carabinero (bandido) el violador eres tú.

Como siempre… mi humilde opinión.

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