Como si fuera ayer: hay que adaptarnos

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rollo: Celia Franco
¿Qué vamos a vivir una nueva normalidad? Yo creo que ya estamos en ella y lo único
que nos queda es adaptarnos, pues en realidad no tenemos muchas opciones. Los que vivimos aquellos tiempos en donde lavarnos las manos era más bien para obedecer a mamá que para evitar una de las enfermedades más letales de los últimos tiempos, seguramente extrañaremos un montón de cosas, pero ahora es momento de demostrar nuestra capacidad de adaptación.

Hay tantas cosas que los que nacimos en los 80´s o antes vivimos y que de ahora en adelante ya no haremos más, que será bastante complicado comenzar a entender esta nueva sociedad en donde el contacto físico se limitará bastante.

Recuerdo que mi fiesta de graduación de la preparatoria fue lo que hasta el año pasado era catalogado como una fiesta normal: con vestido largo, baile hasta la madrugada, mariachi, cochinita para los finalistas, para muchos tal vez fue la primera vez que tomaron tantito de más… sin duda una de esas experiencias que se quedan en la memoria y que nos regresan cuando nuestros hijos llegan a esa etapa.

Los jóvenes que ahora están terminando su preparatoria o su licenciatura, ahora están más preocupados por la manera en la que concluirán su último año escolar que en su fiesta de graduación, ya entendieron que no tendrán una… serán la generación a la que el Covid-19
los obligó a terminar su semestre con clases virtuales, tareas y exámenes en plataforma digital y quienes viven la incertidumbre de cómo iniciarán la siguiente etapa de su vida.

¿Cuál será el protocolo para la aplicación de exámenes de admisión? Nadie lo sabe a ciencia cierta todavía, así que ellos, además de vivir con la presión natural de comenzar una nueva etapa, también viven la incertidumbre de los nuevos retos que afrontan los planteles educativos, quienes tienen muchas cosas por resolver.

El Coronavirus no sólo nos obligó a usar cubrebocas y caretas, que llegaron para quedarse, también nos ha orillado a encontrar otras formas de compartir con nuestros seres queridos, a festejar cumpleaños a la distancia, a mantenernos al tanto de lo que pasa en la vida de quienes nos importan y a trabajar a distancia.

Hemos aprendido a sacarle jugo al teléfono, computadora y televisión, a utilizar aplicaciones que muchos no sabíamos que existían ni menos para qué sirven.

Lo hemos hecho bien y podemos seguir mejorando, pero hay que ponernos las pilas y dejar los quejidos para luego, si es posible para nunca, sería mucho mejor.

Este virus llegó a cambiarnos, nos hizo darnos cuenta de lo frágil que es la vida de todos y que nos necesitamos para poder sobrevivir desde nuestras trincheras.

Algunos sacaron su peor lado: el más irracional y violento, pero la mayoría ha demostrado su solidaridad, amor, humanidad y respeto.

Ya no hay vuelta atrás. El destino es el mismo pero el rumbo cambió y no hay de otra, sólo nos quedará recordar cuando en los cumpleaños el festejado soplaba el pastel y después lo repartía entre sus invitados, a dar la mano para cerrar un trato, a besar y abrazar cuando llegábamos o nos retirábamos de un lugar. Surgirán nuevas etiquetas sociales, lo importante es que sepamos que tenemos que seguir unidos.

Vamos a poner nuestra mejor actitud y a abrazar esta nueva realidad, debemos de seguir cuidándonos y agradecer seguir con vida.

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