Como si fuera ayer ¡Felicidades madre!

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Rollo: Celia V. Franco C.
Una cosa en esta vida es real: no hay nada como un abrazo de mamá. Bueno, tal vez nuestro guiso favorito cocinado con todo su amor, con la única finalidad de apapacharnos de una forma más, como sólo ellas saben hacerlo.

Mi madre es una gran mujer (seguramente eso pensamos todos de nuestras mamás), de buen corazón, cariñosa, trabajadora, siempre con la cabeza en alto y muy fashion, nunca la van a ver desarreglada, desde que se levanta se baña, encrema, perfuma, pinta sus ojos y sus labios, se viste muy “cuki”, se pone collar, aretes y pulsos para comenzar su día; no importa que no salga de su casa, siempre está muy chula.

Ella siempre se ha querido mucho, aunque en varias ocasiones ha puesto por delante, dándole prioridad a personas que no han valorado su amor desinteresado; sin embargo, esas decepciones sólo la han hecho más fuerte.

Recuerdo cuando yo era pequeña y la veía vestirse, era maravilloso, tenía un estilo único, buscaba siempre estar al último grito de la moda, se pintaba el cabello según la tendencia y tenía una gran variedad de zapatos; tengo que decir que eso es algo que conserva, guardadas las proporciones, según la edad.

Con el paso del tiempo, con su carácter y el mío han sido varias las veces que nos hemos distanciado pero las cosas siempre se arreglan de la mejor manera y las dos hemos aprendido a respetarnos con nuestras diferencias.

La verdad es que yo no se la he puesto siempre fácil, de hecho creo que sigo siendo una hija complicada, pero ella nunca me ha abandonado, esta al pie del cañón, advirtiéndome sobre las posibles consecuencias de mis acciones y poniendo el hombro para ayudarme a levantarme cuando lo he necesitado.

En los últimos años su salud no ha sido la mejor, tampoco nada grave, pero el no tener la misma fuerza le cambió la forma de ver la vida, aprendió a ingeniárselas para no perder su independencia y ya no es políticamente correcta, ahora dice lo que siente cuando lo siente, sin ponerse frenos, eso la convertido en una mujer aún más especial.

Más de la mitad de su vida la dedicó a cuidar a los demás y su vocación de enfermera no la deja, siempre está pendiente de sus seres queridos y dispuesta a dar todo con tal de verlos bien y felices.

¡Gracias a la vida por haberme a la mejor madre! Ahora que cumplió un año más de vida no tengo más que decir: ¡Felicidades! Deseo que sigas siendo feliz.

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