Como si fuera ayer: deporte extremo, caminar por el Centro de Mérida

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Por Celia V. Franco C.
¿Recuerda cuando de niños nos mandaban al Centro a comprar? Los que vivíamos cerca íbamos caminando y los que no tanto tomaban su camión, hacían sus compras y regresaban a sus casas sanos y salvos. Hoy, las cosas han cambiado mucho, las calles de Mérida ya no son tan seguras.

Y no me refiero a los robos o estafas que cada día son más comunes, sino más bien a que en cualquier momento uno puede ser arrollado por un camión y perder la vida en ese instante.

En 2017, una joven que llevaba a su hijo en brazos caminaba sobre la calle 62 por 65 y casi llegando a la 67 decidió cruzar la calle, en ese momento salió de la terminal un camión de los que van al puerto de Progreso y la aplastó; la muchacha perdió la vida en el lugar y su pequeño tuvo varias lesiones.

El año pasado, en el mismo lugar, una señora de avanzada edad fue atropellada brutalmente por un camión recolector de basura, cuyo conductor no se percató cuando la señora se bajó de la acera. Según comentaron unas personas con las que la difunta conversó minutos antes del fatal accidente, ella decidió caminar sobre el arrollo vehicular pues le daba miedo resbalarse en la escarpa.

Hace apenas un par de días, sobre la calle 56 por 61, un don fue arrollado por un camión del transporte público y falleció en ese momento.

Y aunque nadie lo quiere, un día de estos también seremos testigos de una tragedia similar en el cruce de las calles 62 por 63, pues cuando los camiones que van sobre la 63 doblan para tomar la 62 tienen que subirse a la acera ya que la vía les queda pequeña.

Es cierto. Urge que los gobiernos, tanto estatal como municipal, se sienten a trabajar en el tema del reordenamiento urbano, que tomen decisiones no políticamente correctas sino en beneficio de los ciudadanos, del crecimiento ordenado y sin temor a las represalias de los empresarios del ramo.

Hay que recordar que algunos transportistas que se dedican al servicio foráneo, ya alzaron la mano y dijeron que con mucho gusto le entran al quite en la ciudad, cumpliendo las normas que les impongan. Entonces, ¿qué esperan?

Pero también hay que decir algo y decirlo fuerte y claro: también nosotros, los ciudadanos, tenemos que poner de nuestra parte.

Sin importar si somos conductores o peatones, los primeros, siguiendo el reglamento de tránsito, manejar a la defensiva y no peleando con todos, tratando de ganar el paso a los demás y los segundos caminando sobre la escarpa cruzando en los pasos peatonales.

He visto a una gran cantidad de mamás que atraviesan junto con sus hijos a media calle, entre coches, detrás de camiones, exponiéndose y a su familia a que los atropellen.

Tomemos conciencia: esta es nuestra ciudad y hablamos de nuestra vida. ¿No le gustaría que sus hijos puedan salir seguros al Centro y tener la tranquilidad de que regresarán con bien a casa?

Es normal que mientras más habitantes, más accidentes, pero si se pueden evitar ¿por qué no hacerlo?

 

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