Como si fuera ayer: Eso se llama robar, aquí y en China

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Rollo: Celia V. Franco C.
Una de las cosas más importantes que me enseñaron en mi casa es que nunca se agarra lo que no es de uno por que eso es robar y no está bien, por mucho que quieras una cosa si no es tuya no se toca, no importa si está asentado o si se olvidó, no es tuyo, entonces es de alguien más, punto.

Otras de las cosas que me enseñaron es que en la calle soy la representante de mi familia, por eso mi conducta debe de ir acorde a mis valores y que mi familia va a estar siempre para respaldarme.

Tal vez soy de la última generación que crecieron con valores como la honestidad y la honradez y eso mismo trato de inculcarle a mi hijo, porque ya después de varios aporreones en esta vida reconozco la importancia de tener un ancla que te mantenga como una persona de bien.

Es por eso que cuando me enteré que un jovencito de 17 años ¡sí! ¡17!, planeó una estafa que le dejó como ganancia un millón 950 mil pesos, me asombré pero sobre todo me asusté, porque lo primero que me viene a la mentes es ¿En qué familia creció? ¿Quiénes son sus padres que no le inculcaron el más importante de los valores? ¿Cómo puede un joven de esa edad ser tan ambicioso?

¿Sus padres no se dieron cuenta de lo que hacía su hijo? ¿Dónde está tanto dinero? ¿No saben lo que pasó? Me saltan un sin número de preguntas y como madre sólo alcanzo a responder: No puede ser que no supieran nada.

El joven del que hablamos es Héctor Gabriel M.C. presidente de la Sociedad de Alumnos de la Preparatoria Número 1 de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), quien engañó a sus compañeros (mayores que él, por cierto) que concluían el bachillerato, les dijo que organizaría una gran fiesta de graduación y terminó siendo una pesadilla.

Rentó un local con espacio para tres mil personas y vendió cinco mil lugares, pero además también defraudó a la banquetera a la que le compró tres mil platillos, le pagó la mitad y luego no volvió a dar la cara.

Lo peor fue la burla hacia sus compañeros y familias, pues mientras ellos pasaban una noche terrible, él presumía en redes sociales una serie de fotografías donde se le veía acompañado de su novia en Canadá ¡Eso es no tener vergüenza!

Obviamente los afectados piden que Héctor Gabriel dé la cara y explique lo sucedido, pues al igual que yo, no pueden creer que actuara con tanto dolo, además, para poder firmar los contratos para los servicios que requeriría en el evento necesitó de alguien mayor de edad, pues por ley, debido a su edad, él todavía no puede hacerlo, entonces ¿quién lo hizo?

Otra cosa que me llama mucho la atención es que los que padres de Héctor Gabriel M.C. no salgan a defenderlo con uñas y dientes ante las acusaciones que hacen los demás padres de familia quienes no lo bajan de ladrón.

Tal vez los casi dos millones de pesos que obtuvo de las familias de sus compañeros le den por un tiempo una vida soñada, pero el dinero se acabará, si es que él se quedó con todo, pues hay otros estudiantes que también son parte de la Sociedad de Alumnos y que organizaron junto con él tan mentado evento.

Pero ¿luego qué? El resto de su vida será recordado por el fraude que cometió, no ha llegado a su mayoría de edad y ya tiene en su contra varias denuncias. Es un caso que me da mucha tristeza, pues me azota en la cara la realidad que viven nuestros hijos: ya no se educa con valores y la mayoría de ellos actúa basado en sus instintos o pasiones.

Como decía mi abuelita: “El nada debe, nada teme”.

 

 

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