Como si fuer ayer: un día muy diferente

InicioEspecialesComo si fuer ayer: un día muy diferente

En casa ya no hay niños, el más pequeño acaba de llegar a los 18 años y su actitud ya no se parece en nada a la de aquel chamaquito que celebraba con felicidad el “Día del niño”.

Hoy sus prioridades son: presentar su examen de ingreso a la universidad y lograr pasar con buenos resultados las materias del último grado de la preparatoria, en un sistema improvisado que reta a los estudiantes a ser más ingeniosos y responsables.

El día de ayer, por un buen rato, la verdad es que casi pasaba desapercibido el día del año en el que festejamos a nuestros niños, pues en cuarentena la vida ha tomado otro ritmo, muchas de las que pensábamos que eran nuestras prioridades hoy parecen frivolidades.

Así que ya entrada la tarde y después de que terminara con sus labores estudiantiles, fui hasta su cuarto y me tiré a su lado, vacilé con él un rato y conversamos de aquellas travesuras inocentes de sus primeros años.

El ánimo cambió en la casa, poco a poco también platicamos de cómo fue mi infancia y aprovechando que está el abuelo con nosotros, también lo incluimos en nuestra tarde de recuerdos y anécdotas.

En esta ocasión no fuimos al cine, ni hubo pastel, tampoco una comida especial, pero eso no fue impedimento para pasarla bien.

Me di cuenta que tuve una maravillosa infancia, rodeada de primos que hicieron mi vida más feliz, de abuelos que nos adoraban y nos apapachaban, unos padres que dieron lo mejor para que yo disfrutara esa etapa tan especial y que en la medida de mis posibilidades también hice lo mejor que pude para que mi bebé disfrutara de su infancia.

Ayer, encerrados en casa y sin niños a quien hacerle fiestas, descubrí que todos tenemos algo para festejar y que esa actitud de nuestra niñez, de permitir a la vida que nos maraville, de disfrutar cada día, de no complicarnos más de lo necesario, de sonreír por
todo y de reír a carcajadas, es algo que depende sólo de nosotros.

Ya no somos niños, pero no permitamos que las circunstancias externas nos arrebaten la felicidad, esa de hacer lo que nos gusta, de ser honestos con nosotros mismos, de consentirnos y sobre todo de jugar ¡sigamos siendo niños!

Enseñemos a nuestros hijos a que está bien sonreír en la adversidad, a que tener una buena actitud nos deja más satisfacciones que andar recriminando por los malos momentos o por decisiones de terceros en las que nada tenemos que ver, enseñémosles a amar
en la adversidad, a disfrutar de nuestra vida sin necesidad de objetos que nos mantengan distraídos.

Sí, es verdad que esta pandemia nos ha traído muchísimas complicaciones y que apenas estamos llegando a la cumbre de la peor etapa, pero como todo en esta vida: pasará.

Y mientras eso sucede no tiene caso amargarnos pensando y planeando cosas que no sabemos si sucederán, ni cómo.

Mejor disfrutemos a nuestra familia, que el tiempo pasa volando y en pocas semanas estaremos de vuelta sumergidos en nuestras dinámicas rutinarias, sin tiempo para compartir y mucho menos para divertirnos.

Seamos felices hoy, con lo poco que tenemos, pero estando juntos. Pensemos que ya
son más de 30 familias en Yucatán que han perdido a un ser querido por el Covid-19.

Demos gracias por tener salud y busquemos la forma de sonreír. Aunque con un día retraso, ¡feliz día del niño!

- Publicidad -

LO MÁS LEÍDO