La esquina literaria: letras Prohibidas

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Rollo: Rodrigo Ordóñez Sosa
Las recientes adaptaciones que hizo el cine sobre varios libros despertaron un interés en el público por conocer las obras originales, contrastar lo visto en la pantalla o simplemente conocer otros detalles que quedaron fuera del guion. Una muestra es el gran auge que cintas como “El señor de los Anillos”, “Harry Potter” o “Sinsajo” tienen en las salas de cine y que impactan las ventas de las librerías.

En esta ocasión quiero hablarles de la película “Letras Prohibidas”, producida en el año 2000 en Estados Unidos, dirigida por Philip Kaufman, y basada en la obra teatral de Doug Wright, este filme nos presenta el pasaje de la vida del Marqués de Sade durante su estancia en el Hospicio de Charenton, que fue una de las once cárceles donde estuvo recluido.

Aunque los críticos alegan que es una mala adaptación de la biografía del Marqués de Sade, un panfleto contra la libertad de expresión o un malogrado romance con una Kate Winslet seducida por el encanto libertino y perverso del escritor, es indudable que quienes la vimos comprendimos la terrible voluntad de escribir pese a los obstáculos.

A lo largo de la cinta, Sade reprime sus pasiones (la sodomía, la autoflagelación o el impulso de blasfemar en medio de un orgasmo) como parte de su terapia de rehabilitación; esta pasión contenida se convertirá en un impulso de escritura, de vivir a través de las letras lo que físicamente es imposible. Entonces, iniciará su faceta de novelista con gran éxito como literatura clandestina en los mercados y alcobas palaciegas de Francia del siglo XVIII.

El encierro tendrá como válvula de escape la escritura. Sin embargo, sus celadores descubren que Sade está detrás de esas novelas publicadas sin firma. Por ello, deciden quitarle toda hoja y pluma que encontraron en su habitación, aunque no disminuyó su deseo de escribir: usó el vino y las sábanas como lienzo, su ropa o las paredes, logrando expandir, con ayuda de Winslet, su visión erótica.

Al terminar la película, comprendes que los pretextos que nos inventamos cada día para no sentarnos frente a la computadora para teclear unas cuentas líneas son sólo eso, pretextos, porque cuando existe la voluntad y estamos convencidos que el oficio de la escritura es importante para nosotros, encontramos el tiempo y los medios para lograrlo, eso, a mi juicio, es el mensaje más valioso que tiene la cinta “Letras Prohibidas”. Hasta la próxima.

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