Aunque doña Josefina Gallegos en realidad es abuela de Angelito, lo atiende en cuerpo y alma como si fuera su propia madre.

La historia se puede resumir de esta manera. Complicaciones en el nacimiento de Angel le provocaron parálisis cerebral y además, su madre sufrió depresión postparto por complicaciones graves de salud y le dejó la custodia del pequeño a la abuela de este.

Desde entonces han pasado casi ocho años.

En todo ese tiempo, doña Josefina lo lleva a todos lados en silla de ruedas, a terapias físicas en un Centro de Atención Múltiple (CAM), a la escuela, y también a vender paquetes de de cacahuates y semillas tostadas a los automovilistas por las tardes, cuando los agarra la luz roja del semáforo, en el cruce de la calzada Cuauhtémoc y la avenida Bravo en Torreón, Coahuila.

“Mi motor y mi prioridad es Ángel Alejandro, creo que si no fuera por él, yo estaría por ahí arrumbada»… “Lo tengo desde que salió de la incubadora, me acuerdo que Angelito pesaba un kilo 400 gramos y hasta lo podía tener en una sola mano».

Tanto ella como su esposo, Mario, han cuidado de la mejor manera a su nieto,

“Yo siempre he trabajado, vendo varias cosas, sé tejer y mi esposo hace muy buenos tamales, hacemos tortillas de harina, todo porque no nos falte nada en la casa y menos a mi Angelito”, dijo.

Los automovilistas en los semáforos identifican a la mujer y al niño y los saludan con gusto, la mayoría se lleva su paquete de botana y otros, sin recibirla, ofrecen una moneda a doña Josefina, con eso dice que paga renta y algunos medicamentos para ella y para el pequeño.

En el CAM le han dicho que Angel está desnutrido y requiere varias cosas entre ellas, el suplemente Pediasure, pero cuesta 50 pesos cada uno y es difícil.

El niño también requiere medicamentos como la risperidona y carbamacepina, pero como sea, la mujer se las ingenia para ayudarlo a salir adelante.

(Foto de telediario.mx)