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Opinión: Como si fuera ayer, la tragedia de esas niñas

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Opinión: Como si fuera ayer, la tragedia de esas niñas
Como si fuera ayer: la tragedia de esas niñas

Rollo/Celia V. Franco C.
Qué lejos estoy de aquellas noches en las que me acurrucaba en la hamaca a un lado de mi madre y mientras llegaba Morfeo para llevarnos a soñar con mundos muy diferentes, escuchábamos, en aquella grabadora color negro, algún casete del “Príncipe de la canción” (José José), Marco Antonio Muñiz o Julio Iglesias. Nada como esos minutos, junto a mamá.

O aquellos días que se iban tan rápido al lado de papá, jugando, corriendo y leyendo, no había lugar más seguro en el mundo. Ser niña en los 80´s era realmente una maravilla, la inocencia era algo sagrado, la familia procuraba que los menores pudiéramos disfrutar esa etapa el mayor tiempo posible.

Al llegar la adolescencia se procuraban mantener la cercanía. Yo recuerdo que en esas épocas, ahí por los 90´s, no se ponía el mote de novio a ningún suspirante, todos eran enamorados y tenían que cumplir con una serie de requisitos, como las visitas (con horarios, claro está) y costear a los chaperones cada vez que se invitaba a salir a la jovencita que, si tenían suerte, eventualmente diría el tan ansiado sí.

Y nos es que no hubiera personas malas o inconscientes, pero la realidad era otra, todos nos cuidábamos unos a otros; en cambio en estos días, nos enteramos de una adolescente de 16 años que fue brutalmente golpeada, violada y asfixiada hasta la muerte por el papá de su hija de casi tres años.

Sí, una niña teniendo otra niña, que tan solo alcanzó a vivir 16 años, de los cuales tres, estuvieron llenos de miedo, violencia y tristeza. Un joven padre de 19 años, que creció en un hogar en donde el único modo de comunicarse era a golpes e insultos; solo replicó lo que entendía como amor. Al final se pasó de amor hacia su pareja y la mató a golpes.

Hoy no es una, sino dos las niñas violentadas: la primera muerta a manos del que fuera el amor de su vida y la segunda, de tan solo tres años, a quien su padre le quitó a su madre y que ahora tendrá que crecer con su abuela. Nunca podrá crear recuerdos con su mamá, no más cumpleaños con ella, ni una Navidad más, no hubo ni siquiera un beso de despedida.

Lo que más atemoriza es que entre los agitados días, la revolución de las redes sociales, éste es solo un caso más. En realidad, con el paso de los días, la historia se va perdiendo entre tantas noticias y otros casos parecidos.

Por favor, hagamos conciencia, eduquemos con amor y tolerancia, entendamos que son nuestros ejemplos los que hacen huella en nuestros hijos. No tengamos miedo de decirles no, pero tampoco de escucharlos. Somos nosotros quienes podemos hacer un gran cambio. Asumámoslo.