Rollo: Jorge Moreno
Uno de los gigantes más temidos entre los mayas es el UaUaPach (también conocido como UayPach), un engendro tan alto que un hombre de estatura normal apenas le llegaría a las rodillas, sus ojos centellean como ascuas y son verdes como el color de la serpiente chaycán.
Posee tres lenguas filosas y de su cuello cuelgan tres largos y horribles collares.
Se suele ver en el silencio de la medianoche en algunas calles y su pasatiempo favorito es atormentar a los seres humanos.
Este monumental espectro es el terror de los caminantes nocturnos, ya que acostumbra introducirse de manera sigilosa a las poblaciones y cuando advierte la presencia de algún despistado trasnochador, coloca un pie en cada acera de la calle.
Al pasar, el distraído caminante por debajo del gigante, éste cierra de manera violenta sus poderosas piernas hasta ahogar o desmayar a su infortunada víctima.
En algunas ocasiones sujeta a sus víctimas y a mordidas les fractura los huesos de sus piernas. Dicen los que han llegado a verlo que muestra una siniestra sonrisa de satisfacción al momento de realizar sus fechorías.
“Fue amasado su cuerpo, año tras año, hasta contar muchos, por todos los seres infernales, dejándolo largo y delgado para que pueda escurrirse hasta por la rendija más pequeña…La mirada de sus ojos que son verdes como la piel de la chaycán se diluye
en el alma como un veneno… Tres largos collares de riñón endurecido de jabalí indio
lleva al cuello…”
El primero es para ahorcar a la doncella que atrape, el otro es para ahorcar al niño que
caiga en su poder, y el otro, el mayor, para ahorcarse a sí mismo cuando suene en el
Sol la hora en que todos los Genios Malos desaparezcan.
Tres lenguas tiene en su boca inflamada. Tres lenguas que son como estiletes finos. Una es para picar el corazón de las doncellas, la otra para picar el vientre de los niños, y la otra para hundírsela el mismo en el pecho cuando llegue aquella hora.
Un caso muy popular fue el de un campesino que a principios del siglo pasado vio a este maligno ser mientras terminaba su cosecha, en Becal, muy cerca de Halachó, lo que antes era conocido como el Camino Real.
Según contaba, de pronto al caminar de regreso hacia su casa escuchó y sintió unas pisadas muy fuertes y notó como los pájaros posaban volando a su alrededor, como si huyeran de algo, instantes después sintió tan cerca las pisadas que decidió resguardarse en el camino bajo un enorme árbol de almendra.
En eso estaba cuando de pronto alcanzó a ver entre la maleza a este maligno ser, dice que fue tanta su impresión que tuvo calentura por una semana.
Describió al UayPach como un ser de más de tres metros de altura, con unas piernas muy peludas, y con unos dedos y uñas muy grandes; tenía un olor muy feo, como si fuera una persona que no se hubiera bañado en semanas.
Ya nunca más lo volvió a ver, pero señala que hasta el último día en que dejó de acudir al monte, siempre tuvo el temor de topárselo de nuevo; por fortuna, debido a su edad y a una vieja lesión en la rodilla dejó de ir y ya pudo vivir tranquilo.