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Como si fuera ayer: la importancia de hablar claro

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Como si fuera ayer: la importancia de hablar claro
De niños nos dicen que mentir es malo, nos educan con la idea de que decir la verdad siempre es lo mejor, entonces, ¿por qué al llegar a la edad adulta esto cambia?

Rollo: Celia V. Franco C.
No para todos es fácil decir lo que sienten o lo que piensan, por fortuna o para mala suerte, yo no tengo ese problema. Es más, al contrario, hay quienes me dicen que mejor no opine y otros, los que de verdad quieren saber, me buscan cuando necesitan conocer un punto de vista diferente.

Y no digo que siempre tengo la razón. No, para nada, nadie tiene la razón absoluta nunca, todas las ideas, argumentos y análisis parten de lo que uno es, claro, con el paso de los años hemos aprendido a ser objetivos y dejar de lado el hígado para poder enfocarse en lo realmente importante: las razones (ese es mi particular punto de visto y así me dirijo en la vida).

Tampoco decir lo que uno considera real es siempre fácil, a la gente no le gusta escuchar algo que no le dé la razón o que ponga en duda lo que dice o cree, mucho menos los políticos, la mayoría de ellos quiere aplaudidores no consejeros y mucho menos amigos; esos los tienen según su puesto.

Así que imagine la dificultad de desarrollarse en un ambiente así; sin embargo, luego de casi dos décadas, la gente ya sabe a qué atenerse cuando me pregunta algo, no importa el cargo… para mi si preguntan es porque quiere saber.

Es tal vez por eso que cuando alguien miente descaradamente se me hace una falta de respeto, pero cuando ese alguien es cercano, se le tiene un cariño y confianza, molesta sobremanera, aunque tal vez sea más dolor por la falta de reciprocidad.

También hay otra que aplican muchos aquellas personas que no pueden hablar directo y con la verdad: inventarse excusas, eso es quizás lo más infantil y lo más difícil de entender, al menos para mí. Uno tiene derecho de hacer con su vida lo que se le pegue en gana. ¿Por qué inventar razones para no hacer lo que no quiere?

En realidad pienso que si comenzamos a ser honestos con nosotros mismos, podremos comenzar a entablar relaciones más sanas, reales y felices, pero sobre todo educaremos con esos mismos valores; asumir las consecuencias y abrir la boca cuando sea necesario.

De niños nos dicen que mentir es malo, nos educan con la idea de que decir la verdad siempre es lo mejor, entonces, ¿por qué al llegar a la edad adulta esto cambia? ¿Por qué tenemos que acomodar las palabras de acuerdo a lo que creemos que la persona que las escucha necesita?

Pero sobre todo: ¿a usted le gusta que le mientan?