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Couopina: el Estado en tiempos del COVID-19

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Couopina: el Estado en tiempos del COVID-19

Rollo: Salvador Couoh Jiménez
El Estado de Yucatán y su gobierno presta de manera singular importantes servicios a la sociedad yucateca con solvencia indiscutible. Calidad a toda prueba, gozando de mayor respetabilidad por parte de la ciudadanía; del cúmulo de acciones emprendidas destaca el correspondiente al sector salud.

Se reconoce que la clase gobernante, independientemente de signos, colores e ideologías normalmente, o mejor dicho en tiempos cotidianos, se esmeran por mostrar los mejores afanes para atender los requerimiento y demandas de la ciudadanía, en especial de las mujeres y hombres—enfermeras, médicos y personal de apoyo– que desempeñan labores en ese tan respetado campo donde se lucha contra la morbilidad y su secuela previsible la mortalidad patrocinada por el COVID-19.

Hoy, la atención en el rubro va en la primera fila, en la vanguardia, para preservar el estado físico, mental y social de los ciudadanos nacidos en la península de Yucatán.

Las autoridades en sus tres órdenes de gobierno, en especial los encabezados por Mauricio Vila y Barrera Concha que tienen la mística de salvaguardar la salud de niños, mujeres, ancianos, jóvenes y la población en general ante la amenaza galopante del COVID-19.

El ejercicio público tiene como misión, digamos sobresaliente, el atender todos y cada uno de los requerimientos de quienes, profesionalmente, cada día se esfuerzan por la corresponsabilidad, cooperación y colaboración que todo liderazgo requiere para cumplir al ciento por ciento el compromiso adquirido con la ciudadanía.

En ese renglón, salvo los que por motivos electoreros han hecho de la agresión la mejor de las banderas para lastimar ciudadanos y autoridades legítimamente constituidas, el hoy gobernador tiene una trayectoria impecable en atención del sector salud.

Las líneas trazadas van motivadas por el ánimo de realzar la calidad profesional y humana de los integrantes del sector salud sean del ámbito público o privado, Todos firmes para hacer frente al apocalíptico mal del siglo XXI, el COVID-19.

En la Historia de la medicina contemporánea de Yucatán aparecen, en diferentes etapas, galenos de la talla de Judith Ortega, Ligia Vera, Pedro Hernández, Chacato Avilez, Jaime Masqueff, Gilberto Balam, Luna Kan, Góngora Biachi, Álvaro Vivas, Armando López, por citar algunos nombres para no consumir el generoso espacio del diario De PESO.

El legado de aquellos discípulos de Hipócrates es avalado por numerosas voces, pacientes de ayer y hoy con fluidez bosquejan los atributos de la clínica desarrollada por los hombres y mujeres del estetoscopio que no conocieron clases ni diferencias sociales a la hora de suscribir diagnósticos certeros; a veces dolorosos, matizados por la comprensión y aliento del togado adscrito en clínicas, dispensarios y hospitales.

Son muchos los pacientes, en estos días aciagos por presencia del COVID-19, independientemente de la morbilidad convocante a consulta, que pregonar la calidad científica del diagnóstico acompañado por el tratamiento garantizado para la vuelta a la cotidianidad, A viva voz enumeran las virtudes humanas del profesional de la medicina en Yucatán.

El reconocimiento social, académico del que goza la medicina yucateca pasa por el tamiz de las autoridades antes enunciadas. Por tanto, ahora viene el refrendo de ese accionar para mantener, en estado de máxima calidad, el estadio óptimo del servicio médico bien ganado y merecido por la ciudadanía toda, incluidas las familias originarias de estados vecinos que encontraron el coto de paz y tranquilidad en Yucatán.