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Como si fuera ayer: los olores del amor

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Como si fuera ayer: los olores del amor

Rollo: Celia Franco
Uno de los recuerdos más hermosos de mi infancia es el de mi abuelita cocinando, los olores que salían de su cocina provocaban que deseáramos sentarnos a la mesa a disfrutar de los deliciosos platillos que llevaba horas preparando, ahora sé, con seguridad, que era su mejor forma de decirnos “te quiero”.

En mi familia, como en la mayoría de las familias mexicanas, el amor está estrechamente vinculado a la comida, “barriga llena, corazón contento”, dice un refrán popular cargado de sabiduría y Teresita (así se llamaba la mamá de mi mamá) tenía un don para eso de la cocinada, la verdad hay que decirla.

Ahora con esto de la contingencia sanitaria he decidido probar suerte y ver si de casualidad algo de su genialidad culinaria pringó a mi sangre, y ¡vaya sorpresa! resulta que no cocino tan mal, es más, modestia aparte, podría decir que hasta lo hago bien.

Me he levantado más temprano de lo normal para cocinar y estar lista a la hora de trabajar en casa, he aprendido que mucho del éxito de una sopa de verduras es el tamaño en
el que se cortan las verduras y que si se le echa una pisca de orégano el sabor resalta y queda deliciosa; que el chiste para que el pollo asado quede en su punto no es cuánto tiempo se ase, sino que se sancoche bien; que a la carne molida si se le exprime un poco de naranja agria sabe mucho mejor.

Aunque la mayor sorpresa me la llevé un viernes que me arriesgué a cocinar pescado
empanizado, la verdad es que no es de mis comidas preferidas y si la tengo que comer tiene que estar perfecta, así que lo primero que pensé es que ese día acabaría comiendo cereal, pero aún así me arriesgué y obtuve muy buenos resultados porque me quedó delicioso, el empanizado crocante, los filetes enteros y con un muy buen sabor. Desbloqueé un nivel en mi juego personal.

Antes pensaba que simplemente estaba negada para la cocina, pero ahora entiendo que para entrarle a la cocinada hay que tener mucho valor, porque eso de aguantar las críticas si los platillos no quedan bien, pues no está fácil; creatividad para mejorar los guisos y no repetirlo semana a semana; paciencia, mucha paciencia, pues la comida hecha al minuto
no siempre queda bien; pero sobre, todo mucho amor.

El saber que tu comida la disfrutará tu familia, que tus seres queridos serán felices mientras comen lo que tu cocinaste, son los motores para que uno se levante a la hora necesaria y esté de pie mucho tiempo.

Ahora valoro y agradezco más a todas las mujeres en mi vida que se han tomado el tiempo para cocinarme, desde un buen puchero, una sopa de frijoles, brazo de reina o mis tan queridos hot cakes.

Gracias por tanto amor. Este encierro me ha dado la oportunidad de probar que también soy buena para demostrarle a mis seres queridos que los amo infinitamente y que haré lo necesario por ellos, incluso aventarme a cocinar.

Por favor, cuídese, cuide a los suyos, cuidémonos, vamos a quedarnos en casa en la medida de lo posible, esto pasará y volveremos a nuestras rutinas, aprovechemos para demostrarnos el amor que nos tenemos, para tener esas pláticas atrasadas; para aprender algo nuevo, pero sobre todo para ser mejores.