Rollo: Jorge Moreno
Los panteones del estado de Yucatán tienen ciertas características y peculiaridades que los hacen únicos o diferentes con relación a los demás; en ediciones anteriores ya hemos hablado no sólo sobre los relatos y casos paranormales ocurridos en su interior, sino también en las condiciones físicas de algunos de ellos.
Hoy les presentamos una tradición que se realiza en un cementerio del vecino estado de Campeche y que no sólo ha llamado la atención de la gente de la Península, sino también de turistas nacionales y extranjeros.
El Choo Ba’ak o la «limpia de huesos» es una tradición de origen prehispánico que año con año se realiza en el pueblo de Pomuch, en Campeche. Un integrante de cada familia es el encargado de sacudir el polvo que se acumula en cajas donde se guardan los huesos de los fallecidos; además, cambia la manta tradicional que les sirve de vestido, también conocido como Le K’eex Nok, pero es común que los niños los acompañen para que, llegado el momento, ellos continúen con una de las tradiciones más antiguas del pueblo maya.
Los huesos son desenterrados después de tres años del deceso de la persona, se colocan en cajas de 30 por 60 centímetros, se cubren con una manta blanca con adornos bordados en las orillas y se resguardan en osarios en el cementerio de la localidad.
En los últimos años, Pomuch se ha convertido en destino turístico por esta práctica, lo que significa un choque cultural para los pobladores, pues para ellos es una tradición de gran valor y respeto, sobre todo para los mayores, ya que no les gusta ser observados.
Este culto a los muertos no es muy distinto a los que se celebran en el resto del país, aquí también se les ponen juguetes a los niños, en especial silbatos, y alimento como el tradicional «pibi pollo», los panes de anís y canela con forma de niños, o el conocido como «lágrimas y suspiros»; los alimentos se colocan calientes para que el alma absorba su esencia, y después de un par de horas los vivos se encargan de comérselos.
Existen registros de que este ritual se realiza desde el año 1500 ó 1800 a. C. Los muertos se enterraban debajo de las casas, mismas que se deshabitaban, después de tres años y para el Hanal Pixán se sacaba el cráneo para rendirle culto con ofrendas de comida e incienso.
Fray Diego de Landa es quien registra los usos y costumbres de los mayas, y en una de sus crónicas relata cómo quedó horrorizado al ver que en el pueblo realizaba este ritual.
Con las Leyes de Reforma en el siglo XIX surgieron los cementerios o panteones municipales, y se prohibió la práctica de enterrar los cuerpos en las casas, por lo que se vieron forzados a trasladar sus muertos a panteones. Los primeros años colocaban en cajas de madera los huesos y los colgaban en árboles, también surgió la ley que establece que deben pedir un permiso antes de desenterrar a su familiar. Con el tiempo se crearon los osarios.
Hanal Pixán o comida para las almas es para el pueblo de Pomuch más que un ritual, es un acto de amor, mismo que se celebra durante todo el mes de noviembre.
De hecho ya estamos a poco más de 60 días de que se realice este ritual y según la gente antigua desde ahora ya se empiezan a preparar espiritualmente para que cuando llegue la fecha esté todo en armonía; cuando llegué la efeméride, viajaré a Pomuch y les traeré todos los detalles sobre esta macabra celebración.