Rollo: El Boffas
Les voy a contar algo muy breve (en lo que cabe), amigas y amigos. Casi nunca escribo en primera persona pero, chance, ahora lo amerite.
Resulta que al despertarme en mi cómoda hamaca, aunque aclaro que no “estiroteo” mi trucita en la de hilos contados como suele hacerlo el flamante alcalde de Motul, el PRI-nosáurico, Roger Aguilar Arroyo, algo me picaba y no era necesariamente la rabadilla u lo que quede de ésta, pero no sabía qué pex. La neta.
Después de leer algunas peripecias en los periódicos, tanto impresos como digitales, de lo que realizó el sábado “Don Pejelovich” en tierras yucatecas, acompañado del mandatario Mauricio Vila Dosal, al cual alabó sin ser “barbero”, me dio cuenta, gracias a un estimado colega, Juan Carlos Gutiérrez (tah), de que el domingrillo cumplía tres décadas en la noble y sufrida chamba de corretear la noticia para ofrecerla al público y recibir, con o sin razón, elogios o recordatorios familiares.
Y es que un 23 de junio, pero de 1989, un grupo de entusiastas chamacones –entre ellos Juan Carlitos, Nico Cauich, Jorge Barrera, Elena Arcila, Jessica Ortiz, entre otros, bajo el mando de Hernán Casares Cámara, sin lugar a dudas, nuestro primer mentor y un excelente periodista-, dio sus primeros pasos en la labor cotidiana de informar.
Pero, antes que nada, quién cojones se iba a imaginar que su servidor estaría de informante (no de soplón; no es albur contra mí mismo, eh). Originalmente, en 1988, salía de la Facultad de Antropología de la UADY y pensaba que la investigación y la academia sería lo mío. No fue así, pero ni pex. Dios sabe por qué hace las cosas, aunque les suele extraño que salga con cuestiones religiosas y de creencias. Soy medio izquierdoso pero más creyente que miles de farsantes que se escudan en la palabra del Señor. En fin. Ya será un tema para tratar más adelante.
El asunto, damas y caballeros, quimeros y quimeras, es que de pronto me vi sumergido en el apasionante mundo del periodismo. Después de una corta estancia en Notimex, tuve la oportunidad de dar el salto a Novedades de Yucatán, a eso de 1990, y tener la confianza de la dirección de encargarme de la sección de municipios porque, supuestamente, como antropólogo (o sea, de antros), debía conocer mucho del medio maya. ¡Qué madres!
Precisamente, con dicho encargo, fue cuando recorrí los 105 municipios rurales del Estado (más sus comisarías) y medio aprendí a reportear situaciones distintas y que, a la fecha, no dejo de aprender.
Algo que me llegó de imprevisto, en 1991, fue la corresponsalía del periódico capitalino La Jornada y que, a la fecha, detento a pesar que ya no tengo la movilidad de antes, pero el colmillo quién chingados me lo quita. Por cierto, en noviembre de este año, debo cumplir 28 años como talacheador de La Jornada. Agradezco mucho a la banda “chilanguera” -y al excelente periodista yuca, Eduardo R. Huchim, que en aquel entonces fungía como editor en jefe jornalero- que me haya cobijado por tanto tiempo. A ver hasta cuánto dura el amor.
Pero retornando a mis humildes orígenes como “chismoso profesional”, desde Novedades de Yucatán tuve el impulso para comenzar a crecer profesionalmente. A eso de 1992, su servidor escribió la que, quizá, fue la primera columna sobre lucha libre y que se llamó por tres o cuatro años “Llaves y Candados”. Un vocero del Gobierno del Estado, en ese tiempo, cuando le obsequié un encendedor con su máscara incluida –mandé elaborar varios- me respondió: “Oye, Boffil, no sabía que tenías tu tlapalería”. ¡Plop!
Y de allí para adelante, con sus triunfos y fracasos. En 1993, me tocó cubrir gran parte de la gira de su Santidad Juan Pablo II en tierras yucas y, la verdad, fue una experiencia de poca matrona. Un privilegio, al menos así lo pretendo registrar en mi carrera.
Otro tanto fue la madriza de policías contra campesinos, en la mera Plaza Principal de Mérida, en 1992, en la gestión interina de la gobernadora Dulce María Sauri Riancho. ¿Brutalidad? ¡Claro que sí! ¿Intereses mezquinos de supuestos defensores de campesinos? ¡A hueeech! El asunto es que la golpiza fue marca ACME, estilo el Coyote y el Correcaminos. Momento, sin duda, muy cabrón.
Más adelante, en 1994, como editor responsable del periódico El Financiero, franquicia Yucatán, bajo la batuta del periodista Jenaro Villamil, actual funcionario federal con “Don Pejelovich”. Mis pasos me regresarían al Novedades en 1996 y con sus cambios editoriales.
Pero en 2004, el periódico De Peso nació y con ello el gran honor de ser nombrado director editorial. Lo que ha sucedido a lo largo de estos casi 15 años, ya queda a la opinión del respetable público, de los miles de lectores y de mis colegas. Miles de peripecias en De Peso y ahora, con su nueva imagen, se dará mucho más de qué hablar. Siempre con el agradecimiento de don Gerardo García Gamboa, el mero macuco de la división periódicos de Grupo SIPSE; y de Manolo Castillo y Alvaro Ruiz, gerente general y responsable editorial regional, respectivamente, del periódico con mayor circulación en la Península de Yucatán, ¡árdale a quien le arda!
Ahora, con las famosas redes sociales, pues el que escribe este rollote también pretende salir adelante y dejar algo de huella. Por el momento, va de la mano con un mentado ESPECTRIN GÓMEZ y ambos prometen más y mejores cositas en las redes y prensa escrita. No se las pierdan. Ya saben: humor informativo.
Y con esta me despido: de volver a nacer sólo volvería a ser un humilde “reportebrio”, el mejor oficio del mundo mundial, se los puedo asegurar. ¡Gracias por soportarme tanto tiempo!
Amiguitas y amiguitos, ya saben: sugerencias para que sean algunos añitos más de chismoso profesional, enviarlas a [email protected] y/o [email protected]