Rollo: Adriana Vargas
En la presentación del libro “La Estepa Sangrante”, del escritor León de Almeida dio margen para reencontrarse en el tiempo, a través de la literatura, de la lectura, del anecdotario de los grandes momentos vividos en el Taller de Creación Literaria que impartía el Maestro José Antonio Castellanos (+) a mediados de los años 90’s del siglo XX en la Casa de la Cultura del Mayab, en la ciudad de Mérida.
El recinto de este lugar para la creación y recreación artística se aloja desde 1974 en la calle 63 entre 64 y 66 del centro de la capital yucateca. Por décadas ha albergado nuevos valores y diversas expresiones culturales. En este espacio se siembran semillas que germinan dando frutos interesantes.
Como el poemario “La Estepa Sangrante” que se presentó por primera vez el 21 de diciembre de 2018, por los escritores Roberto Cardozo, Gabriel Avilés y Zindy Abréu en la sede de un partido político y después, dos veces más en espacios distintos a los acostumbrados escenarios académicos y culturales para fomentar literatura en otros sitios.
Constituyendo un esfuerzo importante de autonomía e independencia editorial en el complicado y siempre austero presupuesto para la publicación de la obra de los escritores yucatecos, quienes por décadas han lamentado el magro apoyo institucional para la divulgación de su producción literaria.
Sin embargo, en la actualidad la irrupción de la tecnología, la internet y las redes sociales todo lo han transformado, incluso lo concerniente a la formación de nuevos escritores, la publicación de la obra y la concepción de lo que hoy día se entiende por literatura.
Así que los clásicos talleres presenciales que se impartían en diversos recintos como el de la Casa de la Cultura del Mayab, ya están viendo surgir otros modos de formación literaria a través de la internet en la comodidad del lugar que prefiera el interesado, como por ejemplo en el baño haciendo uso de su dispositivo móvil.
Las publicaciones de igual forma o modo pueden hacerse digitalmente abaratando costos pero también eliminando lo que nunca podrá suplirse, que es el trato humano porque nada como asistir a la presentación de un libro y oír el punto de vista de quienes exponen la obra y por supuesto la opinión del mismo autor.
Pero lo más delicioso, siempre será (y no por el vino de honor ni canapés) el debate posterior a la presentación de la obra, los elogios, la denostación, la crítica mordaz o bien intencionada que invariablemente se genera al término de la intervención de los expositores porque es en este momento cuando la obra vive, se siente y disfruta y ese es el fin último: el regocijo.
El propio autor debe deleitarse con su creación. Por eso, al preguntarle a León de Almeida sí la opinión de los críticos le afecta, no es de sorprender su respuesta: “Bueno… yo escribo para mí y no con la pretensión de gustar”.