Rollo: Celia V. Franco C.
¡Buenos días!, ¡buenas tardes!, ¡buenas noches! ¿Cuándo perdimos los modales sociales básicos? Recuerdo muy bien que desde niña en mi casa, al abrir los ojos, lo primero que se decía era: ¡buenos días! Y todas las voces a los alrededores contestaban de la misma forma, al subir al camión, al llegar a la escuela; en todos lados, todos se saludaban.
Al regresar a casa se daban las buenas tardes, al sentarse a la mesa el “buen provecho” era algo tan común que ni siquiera reparamos en su importancia. Antes de ir a dormir, la despedida era con un ¡buenas noches! Y un beso.
Ahora llegues a donde llegues nadie saluda, uno lanza el saludo según sea la hora y, si acaso, escucha un eco que a lo lejos responde. Ya no hay educación, a los que nos inculcaron los valores y modales básicos enseñamos a nuestros hijos a que hagan lo mismo, pero lamentablemente en la calle nadie les hace caso, así que eventualmente dejan lo aprendido para la casa.
Puede entrar una joven muy bien pintadita, arreglada, perfumada o un joven muy serio a cualquier lugar, pero el encanto se acaba cuando pasan sin siquiera balbucear el saludo o encorvar los labios en señal de sonrisa.
La verdad es que no sé si no saludan porque no los enseñaron o porque no quieren, pero en realidad una frase puede cambiar el día de cualquiera, incluyendo del que la da, no se pierde mucho y sí se gana.
Otra cosa que se ha perdido son las visitas a las casas de familiares o amigos. Yo recuerdo cómo en mi infancia mi abuelita se arreglaba y hacía su agenda para ir a visitar a sus amigas y familiares, no importa si vivían a unas cuadras o en un fraccionamiento lejano, era todo un ritual.
Ahora, haciendo memoria, recuerdo que era muy emocionante, pues terminaba sus quehaceres domésticos y en lugar de agarrar su tejido, se bañaba y arreglaba para pedirle al abuelo que la llevara a la casa de la persona que visitaría. Los niños solo podíamos imaginar lo que conversaban o hacían las señoras solas.
La verdad es que no hacían más que intercambiar recetas, platicar sobre las últimas novedades, pasarse consejos de costura o cosas así, lo único que querían era variar un poco su rutina y alejarse del ajetreo diario.
Hoy nos citamos en una cafetería o restaurante para platicar un rato. ¡Ah! Y eso después de debatir durante semanas cuál sería el día y la hora pertinente para que todos puedan llegar. ¡Cómo han cambiado los tiempos!
¿Qué le parece si hacemos un pequeño esfuerzo y comenzamos saludando y conviviendo más con las personas que queremos?