Rollo: Ambrosio Gutiérrez Pérez
No se necesita ser sabio para advertir, desde el primer momento en que se supo de la trágica muerte de Martha Erika Alonso, gobernadora de Puebla, y de su esposo el senador panista Rafael Moreno Valle, que de inmediato culparían al presidente López Obrador, a Miguel Barbosa que fue adversario de ella, y desde luego a Morena.
Así es la tragedia cuando envuelve a políticos de altos vuelos, de suyo increíble si el personaje o los personajes han tenido confrontaciones. Para no ir más allá, el caso Colosio que vuelve y vuelve a la escena pública porque nadie ha quedado plenamente conforme con la versión oficial del asesino solitario.
Es el mismo caso de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, de la Normal Rural, que hoy se han convertido en símbolo de lucha estudiantil aunque hay sobre la mesa datos que también los liga a grupos delincuenciales. Y nadie ha quedado plenamente satisfecho.
Para ese zona de “sospechosismo” va el caso de la pareja de Puebla. Los dos, de alguna manera, fueron adversarios políticos de López Obrador y ha sido suficiente en las últimas horas, y lo seguirá siendo por muchos tiempo, para al menos deslizar un manto de sospecha en la caída del helicóptero que los trasladaba de Puebla a la Ciudad de México.
Pero ya el propio Presidente salió al paso y acusó a “grupos mezquinos y neofacistas” que buscan responsabilizar a su gobierno del accidente aéreo, porque están enojados con su triunfo. Y aseguró que lucha por un cambio por la vía pacífica. “Nunca jamás actuaríamos en contra de nadie”, dijo este miércoles en su conferencia de prensa.
Se comprometió a investigar y a no ocultar absolutamente nada de lo ocurrido en torno a esta tragedia. Y para que no haya sospecha su gobierno recurrirá a una instancia independiente del extranjero, de reconocido prestigio, para que presente el dictamen sobre las causas que provocaron la caída del helicóptero.
Por supuesto, no bastará para sus adversarios políticos que buscarán convertir el caso Puebla en algo similar al de Ayotzinapa, aunque son totalmente diferentes. Veremos si López Obrador y su gobierno lo manejan correctamente o se enredan en torpezas como las de Peña Nieto, que marcaron el principio del fin de su gobierno.