Redacción/De Peso
MÉRIDA, Yucatán.- A 20 años y un mes de cárcel, el Tribunal Primero de Enjuiciamiento condenó al vicioso Juan Pablo Arrioja Osorio por la muerte del arqueólogo del INAH, Carlos Alberto Pérez Alvarez (a) “Cabinho”.
También le impuso como pago por concepto de reparación del daño la cantidad de 1 millón 380 mil pesos, que es prácticamente imposible para cubrir por parte de los condenados y sus familias.
Este dinero nunca, o casi nunca, llega a cobrarlo la víctima, en atención que el Comité Técnico Interinstitucional para la Atención y Protección a las Víctimas del Delito, que se del 2.5% del presupuesto de la Fiscalía General del Estado, no alcanza para pagar tan siquiera cuatro sentencias ejecutoriadas por los jueces.
Antes del juicio de este sujeto, se dejó en libertad a José David Flores Morales por su participación en el esclarecimiento del crimen, al señalar que Arrioja Osorio fue el autor del homicidio.
Es decir, se sometió a un “criterio de oportunidad” y al señalar al presunto autor material del hecho, quedó exonerado.
Estos hechos fueron denunciados por Alberto Carlos Pérez Toscano, hijo del ahora occiso.
Flores Morales, el 10 de agosto del 2017, fue a casa de su amigo Arrioja Osorio para pedirle hospedaje (predio número 227 de la calle 52 entre 51 y 53 de la colonia Nueva Hidalgo), donde empezaron a ingerir bebidas embriagantes.
Al gastarse el dinero para seguir comprando bebidas, decidieron ir a casa de “Cabinho” en busca de algo para robar y vender, pues Juan Pablo sabía que vivía solo y era un adicto a las drogas y bebidas alcohólicas como él.
Cuando llegaron al predio del ahora occiso (número 209 de la calle 53 por 49 de la misma colonia), fueron sorprendidos por el dueño, al que sometieron y golpearon, para robarle lo poco de valor que tenía, que en total fueron 7 libros.
Juan Pablo lo lesionó seriamente al ponerle el brazo alrededor del cuello y acabó asfixiándolo.
Después siguieron ingiriendo bebidas embriagantes y al día siguiente, cuando estaban en la calle, riñeron y fueron detenidos por la Policía por disturbio.
Al enterarse de la muerte de «Cabinho», José David boqueó y acusó a su amigo.