Como si fuera ayer: vacaciones muy diferentes

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Rollo Celia Franco
¡Ay caray! ¡Cómo extraño el mar! En cualquier año pasado para estas alturas ya habría pedido mis vacaciones que, obviamente, las hubiera utilizado para ir a la playa y pasar el mayor tiempo posible remojada en el mar. Sí, soy de esas personas que pueden andar todo el día en traje de baño y disfrutar de una buena zambullida a cualquier hora. Me encanta la playa y el modo en el que uno se pone cuando es momento de vacacionar: andar sin zapatos todo el día sin preocuparme por mi cabello, con la menor cantidad de ropa posible, comiendo chucherías, sentir la brisa del mar, sentada en el patio bajo las palmeras, disfrutando de no hacer nada más que relajarme… ¡Qué chulada de días!

Ahora llevamos ya cinco meses con medidas extremas para no contagiarnos del terrible Covid-19, encerrados el mayor tiempo posible en nuestras casas para cuidar a los que más queremos, evitar así que alguno se enferme y que el bicho llegue a la familia. Y del mar y de la playa sólo por cucharadas y eso porque mi madre vive en el puerto, en uno de los chicos, que resultan maravillosos para relajarse y cambiar el estrés por una fresca agua de coco.

Por eso de verdad entiendo cuando conocidos o amistades que tienen la fortuna de tener sus casas veraniegas en la orilla del mar, en cualquier puerto de nuestro hermoso litoral, que se han ido a instalar ahí, pues el encierro es menos pesado cuando uno se encuentra cerquita de la playa y se pueden admirar los espectaculares amaneceres y atardeceres.

Lo único que les pido es que sean cocientes, que cuiden a sus familias y a los demás ciudadanos, que obedezcan a la autoridad municipal, no se trata de hacer lo que queramos, sino lo que debemos. La última vez que fui de pisa y corre a ver a mi madre, me di cuenta que la realidad es completamente diferente a los que se dice, pues los negocios (principalmente de comida y tiendas) en su mayoría siguen abiertos hasta mucho más de las 9 de la noche; a los visitantes que olvidan el cubrebocas y se pasean por el puerto, como si no pasara nada. No voy a decir que es únicamente culpa del presidente municipal que no se pone firme, porque sería injusto.

Somos nosotros quienes tenemos que entender que esto no se ha acabado y que no porque en tu familia nadie se haya muerto aún, ya podemos llevar nuestra vida como estábamos acostumbrados.

Es tan fácil culpar a los demás por nuestras decisiones fallidas, pero dada la situación extrema por la que atravesamos, creo que es mejor recapacitar y echar para atrás si nos estamos excediendo, no es necesario decirlo en voz, pero sí actuar. Es por el bien de todos.

Si van a la playa no hagan reuniones con familiares y amigos, no salgan a la calle sólo por pasear y respeten los horarios establecidos para transitar. Entiendan que son de los pocos privilegiados que pueden huir de las tediosas rutinas, pero no lo podrán hacer del mortal Coronavirus.

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